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BACHILLERATO PARA TODAS Y TODOS: UN SISTEMA QUE ABRE PUERTAS Y OPORTUNIDADES

  • Foto del escritor: Cristina Cruz Cruz
    Cristina Cruz Cruz
  • 29 oct
  • 3 Min. de lectura

En México, solo 57 de cada 100 jóvenes entre 15 y 17 años están inscritos en el bachillerato, y no todos reciben la misma calidad educativa, especialmente en zonas rurales o marginadas, según datos del INEGI (2023). Esto significa que muchos jóvenes enfrentan desventajas importantes para continuar con sus estudios o incorporarse al mercado laboral. Por eso, la creación del nuevo Sistema Nacional de Bachillerato (SNB) representa una esperanza para cambiar esta realidad.

 

El SNB busca que todos los estudiantes, sin importar en qué estado o escuela estén, tengan acceso a un nivel educativo similar y de calidad. Esto es fundamental para reducir la brecha entre regiones urbanas y rurales, y entre escuelas públicas y privadas.

 

Una de las ventajas más importantes del SNB es que ofrece un currículo flexible y adaptable a las necesidades locales, además de los intereses y talentos de los jóvenes. No se trata solo de aprender libros, sino de desarrollar habilidades sociales, emocionales, deportivas y culturales que son esenciales para la vida diaria y el futuro profesional.

 

Otro punto clave es que el certificado que otorga el SNB es válido en todo México, lo que facilita que los estudiantes puedan seguir con sus estudios o buscar empleo en cualquier parte del país sin preocuparse por la validez de sus documentos. Esto es muy importante en un país tan diverso y con tanta movilidad interna.

 

Además, el SNB incluye una apuesta fuerte por mejorar la formación y evaluación continua de los docentes, quienes son pieza fundamental para que la calidad educativa realmente se refleje en el aula.

 

Es justo reconocer el liderazgo y compromiso de la presidenta Claudia Sheinbaum y del secretario de Educación Pública, Mario Delgado, quienes han impulsado decididamente esta reforma educativa. Su trabajo ha sido clave para darle prioridad a la educación media superior y destinar recursos que permitan concretar un sistema que beneficie a miles de jóvenes en todo el país.

 

Sin embargo, los retos siguen siendo grandes: solo 3 de cada 10 jóvenes que terminan el bachillerato cuentan con las competencias necesarias para continuar estudios superiores o integrarse al trabajo (INEE, 2022). Por eso, es urgente que el SNB no se quede en un papel, sino que se traduzca en acciones concretas y recursos suficientes.

 

El futuro de muchos jóvenes depende de que este sistema funcione bien, con inversión en infraestructura, capacitación docente y un seguimiento constante. La educación de calidad no es solo una meta, es la llave para abrir puertas a mejores oportunidades y construir un México más justo y desarrollado.

 

Para que el nuevo Sistema Nacional de Bachillerato realmente cumpla su promesa, no basta con diseñar buenas políticas; es necesaria la participación de todos: autoridades, maestros, estudiantes y sociedad en general. Invertir en educación es invertir en el futuro de México, y solo trabajando juntos podremos garantizar que cada joven tenga las herramientas para construir una vida digna y contribuir al progreso del país.

 

Es momento de apoyar esta transformación educativa, de exigir compromiso y resultados, y de creer en el poder de la educación para abrir puertas y crear oportunidades. Porque al final, educar no solo es enseñar, sino sembrar esperanza y construir un México más justo para todos.

 

“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo.”

— Nelson Mandela


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